Tres meses. Tres largos meses habían pasado desde que me mudé a Londres. Tres meses en los que todo ha cambiado pero en el fondo, yo estoy igual.
Ya he alcanzado la mayoría de edad y algunos de los planes que me había propuesto nada más llegar, se estaban cumpliendo. Tengo un pequeño trabajo y ya no vivo con mi tía, dos logros que nunca pensé que ocurrirían tan pronto. Dos logros que han ocurrido gracias a una persona. John.
Él es físicamente alto, pelo castaño, ojos verdes y a penas dos años mayor que yo, es decir, bastante atractivo a ojos de cualquiera. Internamente es, a primera vista, extrovertido y simpático pero en cuanto le conoces un poco te das cuenta que a parte de todo eso, también es sensible, cariñoso y si necesitas algo, sabe escuchar y dar consejos, aun que, por poner algún defecto, es muy tozudo cuando habla de sus pensamientos.
Nuestra relación es de pura amistad aunque en ocasiones parezca algo distinto, yo no estoy preparada para otra relación que no sea de ese tipo así que por muchas cosas que pasemos, eso no cambiará.
Nos conocimos gracias a que trabaja de camarero en el bar al que acude Rachel, mí tía, diariamente y además, es hijo del dueño. Poco a poco gracias a ese 'pequeño' enchufe consiguió ponerme a trabajar con él, hace ya, algo más de un mes.
'Little things'. Así se llama el bar. Es un bar bastante grande, con más de una planta y en el que los fines de semana se organizan pequeños conciertos. Por el día es normal, se sirven desayunos, comidas...pero en la noche de los Viernes y los Sábados cambia, se adapta el escenario y allí tocan pequeños grupos que no son, generalmente, muy conocidos. Mi trabajo consiste en trabajar dos mañanas a la semana y ser la encargada, junto con Jhon, de los fines de semana por la noche, tanto de los grupos, como de servir en la barra.
Después está la casa, nuestra casa. La compartimos y cada uno paga una parte del alquiler, se encuentra algo alejada del centro pero bien comunicada. También es propiedad de Jeff, el padre de John, por lo tanto el coste disminuye. No es demasiado grande pero tampoco lo necesitamos, mi habitación es la estancia que más me gusta, no es la de mayor tamaño pero la terraza es alucinante, además conecta con la habitación de John. Por lo demás tiene lo normal, una mesa con todos mis papeles por encima, un armario pegado a la pared y una hermosa cama de matrimonio con dos lamparitas y sobre la que me encuentro ahora tumbada. Y como otra noche más no puedo dormir.
Desde la noche del accidente suelo tener pesadillas o simplemente no me puedo dormir, realmente, existen muy pocas noches en las que duerma unas horas del tirón.
Hoy, me levanto como días antes y me dirijo al piso de abajo lo más silenciosa posible, abro la puerta de una pequeña sala de ensayos que tenemos contigua a la cocina y me pongo mis zapatillas de ballet. Cuando estoy en movimiento con el cuerpo siento que lo de al rededor no tiene tanto sentido y sólo me concentro en mantener el equilibrio. Tras dar unas repetidas vueltas, siento como mis músculos se van cansando, se ponen tensos e incluso empiezan a doler, pero es la única forma de no recordar en cada momento porque estoy aquí, en Londres. Porque he cambiado de vida y de ciudad, porque no soy la misma de antes y porque nunca lo seré. Pero entonces, mis músculos dejaron de funcionar y caí al suelo, con la respiración agitada y un dolor penetrante que recorría mi pierna derecha de arriba a abajo sin cesar, di un puñetazo al suelo del dolor e intenté volver a levantarme.
-¡Julls! .-grita John entrando por la puerta.- ¿Estás bien?
-Sí, creo que sí.
-No sé ni para que pregunto.-me cogió en brazos.- estás loca.
Subimos a su habitación y me tumbo en su cama aún doliéndome la pierna.
-Creo que debería traerte hielo.
-No hace falta que me cuides Jhon, no soy una niña pequeña.
-Pues lo disimulas muy bien .-sonrió.
En un minuto ya ha llegado a la habitación con una bolsa de hielo.
-Tienes que dejar de hacer esas escapadas por la noche.-me acerca la bolsa a la mano.- te vas a acabar haciendo daño de verdad, y en dos meses tienes la prueba para la compañía.
Es verdad. Tenía una audición a principios de Junio y tendría que ensayar.
-Lo sé, pero no puedo evitarlo .-se acomoda a mi lado mirando al techo.
-Si te sirve de consuelo, yo tampoco podía dormir.
-¿Por qué?
-Hagamos un trato. Yo te cuento mi porqué si...tu me cuentas el tuyo. Sé que no es fácil, creéme, pero lo que necesitas es contarlo, y si no te importa, espero poder ayudarte o...simplemente apoyarte Julie.
-Quiero contártelo.
-Per...espera, ¿sí?
-Debería haberlo hecho mucho antes. Desde el día en que te conocí siempre has estado ahí y yo nunca te he dado motivos para hacerlo, ni siquiera recuerdo habértelo agradecido lo suficiente, eres el mejor John y nunca te lo demuestro. Te quiero.
-Me vas a hacer llorar.-reí ante esa información y me abrazó.-Yo también te quiero.
-Pero espera, Jhon…mañana tenemos que trabajar, deberíamos dormir.
-Tranquila, es Viernes, hasta las seis de la tarde tenemos tiempo de dormir.
Asentí y ambos nos recostamos en la cama para comenzar a hablar, al principio los temas no tenían mucho sentido pero al finalizar la noche, sabemos más el uno del otro que de nuestros propios familiares.
Es lo que necesito, contarlo, y ahora mismo no se me ocurre mejor persona que él, me apoya y siempre me saca una sonrisa, supongo que en parte se debe a su alta facilidad para hacer tonterías.
Y sinceramente, espero poder ayudarle tanto como lo hace él.
Pasadas las horas, el sol asoma por una esquina de la ventana y nuestra conversación sigue en pie.
-Creo que ya es hora de que nos acostemos, si por la noche no queremos estar muertos.
-Tienes razón.-afirmé.
-Anda, ven.
Me recuesta contra él y me da un beso en la cabeza seguido de uno en la nariz.
-Buenas noches Julls.
-Buenas noches.-sonreí.